Los riesgos de la
administración aguda de oxígeno se refieren a los efectos secundarios precoces,
como la hipercapnia o las atelectasias por absorción y al daño tisular, como la
citotoxicidad pulmonar o la retinopatía de los prematuros.
No se han
demostrado riesgos relacionados con la administración crónica de oxígeno en
pacientes estables. La oxigenoterapia crónica no incrementa significativamente
la PaC02 ni se reconocen lesiones tisulares atribuibles al tratamiento. El
riesgo de explosión puede minimizarse con unas precauciones elementales.
El mal
funcionamiento de las fuentes de oxígeno pueden condicionar la efectividad del
tratamiento, especialmente en el caso del concentrador si no se somete a
revisiones periódicas.
Los accesorios
utilizados para recibir oxígeno pueden producir irritación local, especialmente
si se administran flujos elevados. Pueden producirse fugas en los tubos
acodados o con múltiples conexiones. El uso de humidificadores no está
justificado en la mayoría de pacientes, siendo además otra fuente de fugas.
El catéter
transtraqueal (CTT) es una forma invasiva de administrar oxígeno muy eficaz
pero que plantea problemas en el momento de la insercisón (enfisema subcutáneo,
hematoma, broncoespasmo), o a largo plazo (tapones de moco alrededor del CTT o
las infecciones locales).
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